viernes, 17 de marzo de 2017

CARACTERÍSTICAS DEL TERAPEUTA QUE FAVORECEN LA RELACIÓN

 Se considerarán en este apartado otras características del terapeuta que favorecen la relación terapéutica: cordialidad, competencia, confianza, atracción y grado de directividad.


CORDIALIDAD


 La cordialidad implica expresar verbal y no verbalmente interés y aprecio por el cliente y, cuando es oportuno, ánimo y aprobación. Conductas no verbales que contribuyen a la cordialidad son el contacto visual, las sonrisas, la expresión facial de interés, los asentimientos de cabeza,  la voz suave y modulada, la postura relajada, la inclinación corporal hacia la otra persona, proximidad física y, según los casos, un grado discreto de contacto físico (p.ej., mano sobre brazo).

 El contacto físico puede ser muy útil en momentos de estrés emocional, pero puede ser malinterpretado por los clientes. De aquí que, antes de usarlo, un terapeuta debe plantearse si va a ser para el beneficio del cliente o el suyo propio, si el nivel de confianza que tiene con el cliente lo aconseja y cómo va a percibir el cliente el contacto físico (¿como muestra de apoyo, como signo sexual o como algo incómodo o aversivo?). Es fundamental tener en cuenta que el comportamiento no verbal del terapeuta debe estar en consonancia con el clima de la terapia y el contexto de lo que está ocurriendo entre terapeuta y cliente; así, una sonrisa indica proximidad con un paciente que cuenta un logro, pero no con otro que manifiesta lo vacío que se siente.




COMPETENCIA


 La competencia es la capacidad del terapeuta para ayudar a sus clientes a resolver sus problemas y mejorar su confianza en sí mismos (sensación de dominio y control). Por lo tanto, en un sentido amplio, incluye todas las habilidades necesarias para ello, ya sean de autoconocimiento, de autocontrol, relacionales o técnicas. Aparte de las características personales, fruto de la propia
 historia de desarrollo, la competencia de un terapeuta está directamente relacionada con su nivel de experiencia terapéutica (la cual se suele definir como número de años de práctica psicoterapéutica, aunque sería mejor definirla como el número de horas de trabajo con pacientes) y con su nivel de entrenamiento en la aplicación de programas específicos de tratamiento. 



CONFIANZA


 La confianza es la percepción del cliente de que el terapeuta trabajará para ayudarle y de que no le engañará o perjudicará de ningún modo. La confianza en el terapeuta está asociada a mejores resultados del tratamiento (Beutler, Machado y Neufeldt, 1994). La confianza viene determinada por la percepción por parte del cliente de varias características del terapeuta: 1) competencia; 2) sinceridad (a la cual contribuyen la congruencia entre la comunicación verbal y no verbal, y la consistencia entre las palabras y los hechos); 3) motivos e intenciones del terapeuta (cuanto más claro tenga el cliente que es por sus intereses y no por los del terapeuta que este está trabajando, mayor será la credibilidad); 4) aceptación sin juicios de valor de las revelaciones del cliente; 5) cordialidad; 6) mantenimiento de la confidencialidad; 7) dinamismo y seguridad del terapeuta manifestados a través de los gestos, la mirada, el volumen, la entonación, el lenguaje vivo y la muestra de interés; y 8) respuestas no defensivas a las “pruebas de confianza”  (Cormier y Cormier, 1991/1994; Goldstein y Myers, 1986).




ATRACCIÓN

 Suele haber una correlación positiva entre la percepción de un terapeuta como atractivo y los resultados del tratamiento (Beutler, Machado y Neufeldt, 1994). Los clientes infieren la atracción a través de la amabilidad y cordialidad del terapeuta y de la similitud de este con ellos (Cormier y Cormier, 1991/1994). La atracción puede ser física e interpersonal. La primera influye sobretodo en la fase inicial de la terapia, pero la segunda es mucho más importante que la primera a lo largo de todo el proceso. Contribuyen a la atracción interpersonal el contacto ocular, la disposición frontal del cuerpo, la sonrisa, asentir con la cabeza, la voz suave y modulada, las muestras de
 comprensión, cierto grado de autorrevelación y acordar con el cliente qué objetivos se persiguen y qué se va a hacer en cada fase de la terapia. 


GRADO DE DIRECTIVIDAD

  La directividad viene definida por el grado en que se dan instrucciones, se proporciona información y retroalimentación, se hacen preguntas para obtener información, se ofrece ayuda específica, se estructuran y delimitan tareas, se anima a realizarlas, se desafían las ideas del paciente, etc. Tanto el exceso como el déficit de directividad son negativos. En el primer caso se dificulta que el cliente aprenda a ser más autónomo a la hora de analizar y modificar sus problemas. En el segundo, se priva al cliente de una ayuda que necesita para resolver sus problemas. 





No hay comentarios.:

Publicar un comentario